Los árboles y el teatro
Un rayo de sol se abrió camino entre dos nubes hechiceras, para iluminar dos baldosas de invierno.
Y yo estaba allí abajo.
El telón huyo por la tangente, mientras empezaban a llover luces en el escenario.
Y ella estaba allí arriba.
La función furtiva empezó sin aplausos, sin preámbulos, sin trompetas.
En escena una gran escalera de madera, abarcaba todo lo alto, todo lo ancho.
Abajo él, el de siempre, arriba ella la misma pero diferente.
Maquillada y vestida de traiciones, como una araña con sus ocho patas.
Los arboles no son palabras, son hogares cálidos, son escaleras infinitas, son alimento frutal, son el papel en blanco.
Las sombras de los árboles pueden ser noche, espejismos de deseos y romances.
Un rayo de sol se abrió camino entre articuladas ramas para iluminar la hojarasca escrita con el paso del tiempo y recuerdos de un paraíso.
Y yo estaba allí abajo.
Que se puede esperar del drama ya narrado, de la interpretación caducada.
Ella con su vestido, sus maquillajes y sus falsas esperanzas, desapareció entre sabanas de otra historia , como una gota de humo desaparece en lo profundo.
Y yo estaba allí arriba.
Subido en el tercer acto, como escalador de la vida.
La actriz murió en el primer acto, como recuerdo ahora sus susurros de silencio, sus caricias insensatas, y la angustia de amarla…
Nuestra vida es teatro, compartimos guión y a veces compartimos un árbol.
Entierra sus raíces y así nuestro pasado, el frio se agota y pronto llegara la primavera.
Jaume Xiroi 2002